El otro día (de esos de payés) me encontré a una antigua amiga mía del cole.

Ella tiene dos hijos un poquito más pequeños que los míos, a la que también le gusta mucho hacer excursiones en familia. De hecho es seguidora de este blog y me comentó que agradecía mucho la cantidad de fotos con las que apoyaba cada uno de los post que publicaba.

Una siempre se emociona con estos comentarios. A veces, cuando pongo tantas fotos me da la sensación que puedo saturar, o me da miedo que piensen que lo hago para fardar de hijos.

En mi defensa y en el de todas las madres, diré que en el momento que una se convierte en madre (y abuela!), adquiere ese derecho de alardear de hijos (o nietos!) sea donde sea, a través de su blog, a través de las redes, mostrando fotos del móvil …sí o no? 😛

Pero el motivo por el que pongo tantísimas fotos es para que veáis a través de mis ojos cómo es la excursión o actividad que publico. Ya se sabe que ´una imagen vale más que mil palabras´.

Muchas veces no son las mejores fotos que he tomado durante el día, pero sí son muy descriptivas. En un blog las fotos tienen un marcado protagonismo, y hay que cuidarlas, cosa que siempre intento. Pero también sé que mi blog sirve de consulta, y por tanto debo encontrar ese punto medio entre fotos bonitas y fotos útiles.

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He aquí una foto a lo «madre»: cero descriptiva pero mu salada ella mostrando sus florecillas.

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Esta es una foto descriptiva. Una excursión que aún no he publicado pero donde en varias ocasiones hay que cruzar la carretera y quiero mostrarlo.

Y dicho esto entro a contaros lo que verdaderamente quería contaros hoy (si es que soy incapaz de no enrollarme!!!!!).

Otra de las cosas que me comentó mi amiga, es que hacía un par de días habían hecho una excursión que clasificaban como familiar. Parece ser que nadie en el grupo, ni ella que está acostumbrada a ir de excursión con sus hijos, estuvieron de acuerdo con dicha clasificación. A mí me ha pasado, y os aseguro que esto puede estropear el día. Por ello, si me lo permitís, a partir de ahora también publicaré aquellas excursiones consideradas como familiares que, en mi opinión personal, no lo considero. Y como siempre, pondré fotos apoyando mi argumento.

Mi objetivo no será en ningún caso, tirar por tierra la credibilidad de nadie. Cada cual tiene una opinión, pero yo pondré la mía como madre de dos niños pequeños.

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Digo esto, porque a principios de este año hice una excursión de esas clasificadas como aptas para familias, y resultó un desastre. Redacté el post con mis advertencias, pero jamás llegué a publicarla. Ahora creo que debo hacerlo dado que este blog sirve de referencia para muchas familias.

De hecho una vez publiqué el post Dedicado a mis campeones tras una excursión no precisamente apta. Pero realmente no fue un post de advertencia, en ese caso sí era uno de alardeo  “mirar qué campeones tengo” 😛

Pero algo que sí quiero remarcar es que cuando considero una excursión apta para niños, rara vez baso mi opinión en la duración de la excursión. En mi opinión, y ojo, siempre bajo mi opinión, la duración no es un criterio con suficiente peso para NO realizar una excursión con niños, ya que uno siempre puede optar por volver atrás en cualquier momento. De hecho, veréis que siempre os indico su duración, para que uno decida si ve a su hijo capaz de aguantar.

En mi opinión (again!), una excursión NO es apta para niños cuando el factor de peligrosidad está presente en la mayor parte de la excursión. Y quiero que os fijéis en lo que resalto, porque cuando uno hace una excursión por la montaña, siempre hay tramos un poco más delicados en los que sea necesario coger al niño de la mano. Pero una cosa son tramos y otra muy diferente tener que hacerlo durante toda la excursión o la mayor parte de ella.

Dicho esto, mañana os traeré esa excursión que aunque NO resultó tan adecuada, sí nos descubrió un sitio genial para ir de picnic.