Cuando tuve claro que llevaríamos a cabo un viaje de concienciación, me pasé meses hablando con los responsables de varias ONGs. Iba con dos niños pequeños y quería asegurarme que la elección fuera acertada.
No sabéis la de proyectos que conocí, y cada cual más bonito. Me sentí abrumada de ver la solidaridad que hay en nuestro país, porque aunque buscaba proyectos fuera de España quería que sus fundadores fueran españoles.
Bamba fue la primera opción que conocí, gracias a una amiga que me dio el contacto de su fundadora que también es mallorquina, Rocío Oliver. Cuando hablé con Rocío, me habló de todos sus proyectos, el orfanato en Kabernet o el de las mujeres Naam cuyo objetivo es la emancipación laboral a las mujeres en riesgo, entre otros. También me contó que ella tenía dos niños quienes le acompañaban a veces en sus viajes a Bamba. Tras esa conversación tuve claro que las limitaciones las pone uno mismo, y me quité mis miedos de hacer ese viaje con los niños. Pero África no era justamente el destino más fácil ni barato para nuestro viaje de 6 semanas, por lo que aparqué la idea.
Continué la investigación, aunque tuve claro que si antes buscaba proyectos liderados por españoles, ahora quería una conexión mallorquina. Y los encontré, y muchos.
Lo que no sabía es que por muchos proyectos que conociera, Bamba ya me había robado el corazón. Quería oír los cánticos de esas mujeres y hacer pulseras con ellas. Quería que mis hijos jugaran y bailaran con esos niños que derrochaban alegría ante todo. Quería descubrir esa parte del Rift que tan bonitas palabras dedican las guías. Quería contagiarme de la sencillez de esa gente.
La casualidad (o el destino), quiso que en Navidades Instagram me mostrara las fotos de una compañera de trabajo nada más y nada menos que en Bamba!! Imaginaros mi sorpresa. Esperé ansiosa la vuelta de Lidya, quedé con ella y le hinché a preguntas. No había dudas ya.
Volví a contactar con Rocio y le confirmé nuestra visita.
Si queréis conocer más acerca de este bonito proyecto que lo gestionan un grupo de 5 mujeres, 3 de ellas mallorquinas, echar un vistazo a la web. Os enamorará como a mi.
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Conocer el proyecto de Una posibilidad de vida para Myombwe también fue cosa del destino. Tras nuestra estancia de 2 semanas en Bamba, aún teníamos 4 semanas por delante, y no quería limitarlo a turistear por Centro-África. Por lo que me propuse buscar proyectos en esa zona, aunque no iba a ser fácil.
Mi marido Toni, me comentó que una conocida suya, Xisca Sampol, profesora y amante de la piragua, quien pasaba sus veranos de voluntaria en países en vías de desarrollo, quizá nos podía ayudar.
Una hora y un par de whatsapps más tarde ya teníamos nuevo proyecto en nuestro camino. Sólo que dicho proyecto estaba en una fase tan inicial que ni nombre tenía.
El verano pasado, Xisca, recibió la llamada de auxilio de Sister Antoine Lukinga, una misionera que buscaba ayuda para levantar un poblado que sufría de inanición, en una zona donde el tráfico de órganos infantiles estaba arrasando. No se lo pensó dos veces, cogió sus ahorros y allí que fue.
Un año después (es decir este año) Xisca junto con Antoine y la comunidad de Myombwe, han levantado un huerto, tienen su propio gallinero y un pequeño establo, y un plan de construcción de una escuela gracias a la Fundación Escribano.
Fue a raíz de un evento que estoy organizando y que ya os contaré, que la empujé a que le diera nombre a su proyecto, luego mi hermano le dió forma de logo. Supongo que la web vendrá, pero ahora mismo los esfuerzos están en lanzar el proyecto.
Y así es cómo fui organizando un viaje de 6 semanas por Centro-África, conectado nuestras dos estancias en Bamba (Kenia) y Myombwe (Tanzania), pasando por Kilimanjaro y cerrando en Zanzibar, porque algo de turismo tenía que haber :-).
Os dejo con un vídeo muy chulo de Bamba y unas imágenes de Xisca y el huerto de Nyombwe.