Siempre me ha resultado fácil escribiros. Pero hoy no sé por dónde empezar. Y me da miedo porque cuando ocurre, me alargo demasiado. El hecho está que escribí este post hace semanas, y desde entonces lo he leído y releído mil veces antes de publicarlo, lo he modificado y finalmente he decidido dividirlo en dos porque son temas importantes.

Ya os mencioné en el último post (aquí) que este verano íbamos a hacer un viaje muy especial. No di más detalles porque no estaba todo cerrado. Llevo meses organizándolo, y aun nos quedan cosas pendientes, pero prácticamente tengo todo el recorrido cerrado.

Nos vamos 6 semanas a recorrer África con los niños y a conocer dos proyectos humanitarios, convivir con ellos y ayudar en lo que podamos.

Se trata de un viaje de concienciación.

Hay quienes lo llamarían solidario. Ya me gustaría, pero esa palabra nos queda grande aún.

Otros también nos han dicho que es un viaje que demuestra generosidad, pero no. En mi opinión no es así.

Para mi es un viaje que nos ayudará a ser más conscientes, que nos permitirá crecer como personas y así poder más de nosotros mismos.

Hay personas empáticas que de manera natural viven por los más necesitados, lo dan todo por ellos. Yo en cambio solo siento que es mi deber, y en el fondo me dan envidia, porque yo tengo que trabajar esa empatía cuando a ellas les nace de dentro.

Y de alguna manera creo que es porque me siento tan alejada de ese mundo de necesidad real, que no soy consciente de que existe. Parece que lo que no vemos en nuestro día a día no existe.

¿Y por qué necesito hacerlo?

Desde hace unos años realizo voluntariados locales, y en algunas ocasiones me he llevado a los niños.

Pero una cosa es hacer un voluntariado puntual y luego volver a tu vida de comodidades, y otra muy diferente convivir diariamente con esa otra realidad. Y ha llegado un punto que creo que si no convivo no llegaré a concienciarme de verdad. Y esa es la diferencia entre llamarlo un viaje solidario a uno de concienciación.

Es como estudiar idiomas, ¿no es cierto que para aprender de verdad un idioma es más eficaz ir al país de origen? Pues he aplicado el mismo razonamiento.

No creáis que un día me levanté con esa idea. No. Desde hace años ronda en mi cabeza, pero no tenía la certeza de que fuera capaz de hacerlo.

Sé que existe esta otra realidad en mí mismo país, en mi misma localidad. Pero sé que no lo viviría tan intensamente porque seguiría rodeada de las comodidades con las que tengo la suerte de vivir.

Soy mujer de extremos, que se lo pregunten a mi marido 😊.

¿Y por qué con los niños?

La respuesta es fácil. Ellos son el futuro y quiero que crezcan con esa conciencia.

No sé si a sus 8 y 9 años aún son pequeños. No sé si será contraproducente. Ni si quiera sé si yo estoy preparada, porque saldré totalmente de mi zona de confort.

Pero sobre los niños hablaré en el siguiente post para no eternizarlo.

Por supuesto mi marido me dijo que sí desde el primer momento, porque él es de esas personas empáticas por naturaleza.

Y caminar los 4 juntos de la mano en este crecimiento personal me parece el proyecto familiar más bonito que podemos realizar y que además nos traerá unos recuerdos imborrables.

Os iré contando más detalles del viaje, porque quiero que sea un viaje de todos. Quiero mostrar la labor de los proyectos que vamos a conocer, y quiero que lo viváis con nosotros y participéis. Mi blog siempre ha tratado de experiencias en primera persona, y ésta no iba a ser diferente.

Gracias por seguir ahí.